(Léase escuchando Las Cuatro Estaciones Porteñas de Piazzola en https://www.youtube.com/watch?v=8BdtEAUnBrs)
Empieza el año e invariablemente surgen las furibundas críticas a nuestros campos de juego por parte de dirigentes, cuerpo técnico y periodistas que suponen que el césped ha descansado sin partidos durante varias semanas y, por lo tanto, debería estar en óptimo estado al inicio de la temporada.
La realidad es bien diferente. Para empezar, el último partido de la Copa no fue seguramente el último partido que se jugó en la cancha. Con la última fecha del campeonato no se clausura el campo para hacer las tareas anuales de renovación y recuperarlo a tiempo sino que se organiza una sucesión de eventos, recitales y partidos (corporativos, institucionales y benéficos) que tienen resultados devastadores.
El receso estival es cada año más corto y las posibilidades de renovación de la cancha son escasas porque los tiempos biológicos no lo permiten.
Entonces, vamos a explicar la problemática general de las canchas argentinas (salvo honrosas excepciones) refiriéndonos a las 4 ESTACIONES O TRIMESTRES del año. Como ilustración exhibo fotos del Monumental de River Plate.
1. VERANO
Como mencionara más arriba, en diciembre la cancha termina su temporada, compactada y castigada por el uso y los eventos de fin de año. Además el césped de invierno está transicionando (desapareciendo) dejando expuesta la base permanente de césped de verano. La práctica común es aireación con púa hueca, remoción de tarugos, arenado pesado, fertilización, riego y a esperar que la cobertura se recupere lentamente.
En este trimestre (enero-febrero-marzo) se ve la cancha a cara lavada, normalmente con manchones de césped de verano (bermuda) y posibles contaminantes (kikuyo, cebollín, digitaria). Si enero fue inusualmente fresco y lluvioso como éste, también veremos ryegrass formando manchones oscuros y compitiendo con la bermuda.
El largo historial de la cancha durante el cual se colocaron panes y semillas de bermuda de diferentes orígenes y biotipos queda expuesta con total crudeza y sin maquillaje posible. La presentación estética es muy inferior a la que ofreció el ryegrass maduro y franjeado en los últimos partidos de la primavera por lo cual la reacción general es de decepción y arrecian las críticas de todos los sectores.
Empanar para reparar zonas ralas nos da una solución estética pero nos crea un problema agronómico. Si venimos realizando un programa de aireaciones y arenados para mejorar la calidad del suelo y su inflitración, echaremos todo este trabajo por la borda al colocar 2 o 3 cms de arcilla arriba con los panes. En otros países, la renovación es sencilla: se decapita la cancha con una máquina y se coloca una cobertura de alfombras de bermuda cultivada sobre arena. Asi se empieza la temporada con un césped impecable y homogéneo a la vista. Pero en nuestro mercado este producto aún no existe y tenemos que convivir con la base de verano heterogénea y manchoneada bajo la mirada crítica de los neófitos en la materia (léase, todo el mundo).
2. OTOÑO
Las temperaturas bajan y con una ansiedad incontenible buscamos en el calendario el mejor momento para sembrar el ryegrass y poner fin a los comentarios negativos sobre la cancha mientras en la tele vemos las europeas en todo su esplendor de primavera.
Ahora si, esto se convierte en un juego de ajedrez para elegir una fecha que nos otorgue al menos 14 días de clausura, con temperaturas templadas y que el debut no sea con piso blando debido a las frecuentes lluvias de esta estación. Es este el momento del año en el cual necesitamos transmitir al cuerpo técnico que, aunque no se den cuenta, somos parte del mismo y necesitamos de su mayor colaboración para preservar las plántulas de ryegrass en establecimiento. La colaboración en minimizar el uso de la cancha durante el mes siguiente a la resiembra es clave para asegurar un buen estado del campo hasta fin de año. No respetarlo, significará un mayor gasto en semillas, labores y más críticas.
Con una buena genética, un correcto manejo agronómico, responsabilidad en el uso del campo y un poco de suerte con el clima, disfrutaremos de una cancha que vuelve a lucir pareja y franjeada.
3. INVIERNO
Dependiendo en las condiciones experimentadas en la implantación del ryegrass, este puede resultar mucho más relajado que los dos temibles trimestres previos.
El ryegrass empieza a madurar y a tolerar mayor intensidad de uso. Su color se torna verde oscuro. Pero la recuperación es menor por las bajas temperaturas y los días más cortos. Además, si han ocurrido heladas, la bermuda estará en latencia con un color amarillo que puede observarse en las áreas donde el ryegrass haya sido más castigado y esté ralo.
Sigue siendo importante contar con el apoyo del cuerpo técnico y respetar las recomendaciones de uso de los cancheros. Una práctica con piso blando puede aniquilar la cobertura y obligar a resiembras sucesivas con el uso de geotextil para acelerar la brotación.
4. PRIMAVERA
Al fin! Con temperaturas templadas, días más largos, ryegrass maduro y franjas marcadas, ahora somos todos Gardel y posteamos más fotos que Jimena Barón.
Contra esta cancha nos compararán siempre, sin saber que es imposible tenerla así en el primer trimestre del año y que sólo nos iremos aproximando durante el segundo y el tercero.
Esta es la cancha en su presentación óptima si bien el suelo va compactándose por el uso, el thatch se acumula y el ryegrass puede tornarse muy denso compitiendo ferozmente con la bermuda que no encuentra luz para fotosintetizar y rebrotar.
En resumen, la cancha es dinámica y tiene 4 trimestres muy marcados en los cuales no se puede esperar la misma calidad estética y jugabilidad. Es importante difundir estos conocimientos básicos entre dirigentes, cuerpo técnico y periodistas para que puedan comprender cabalmente lo que ocurre sin entrar en pánico y juzgar erróneamente a cancheros y asesores que dejan todo en el campo de juego. igual que ellos.
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